El Prado capitalino

El Prado, unos de los paseos más antiguos de nuestra capital, con sus bancos y sus leones ha sufrido el azote del tiempo y de los distintos nombres que al paso de las generaciones le han querido dar. Resaltan: “Nuevo Prado” o “Alameda de Isabel III”, “Alameda de Extramuros”. También tuvo un nombre muy lago como lo fue “Paseo del Conde de Casa María” u otro muy corto, “Calle ancha” y en la etapa republicana llevó el nombre “Paseo de Martí”.

El Paseo del Prado como hoy se conoce, se comenzó a erigir en 1772 a iniciativas del Márquez de la Torre, quien inicio sus construcciones fuera de los muros que en aquellos tiempos cerraban a San Cristóbal de La Habana. Posteriormente cada uno de los sucesores de la capitanía le fue aportando mejorías.

Fueron muchas las transformaciones que sufrió para llegar hasta lo que es hoy esta ancha avenida peatonal y que todo capitalino conoce y alguna vez ha contemplado los viejos leones de bronce. Sentarse en sus bancos de piedra, escuchar el canturreo de los pájaros, ver a los niños y niñas jugar, seguro que el capitalino o quienes visitan la capital lo ha experimentado.

En 1852 se conoce como la vía más notable de La Habana. Era el lugar de preferencia de la aristocracia habanera, que fue construyendo a ambos lados de la alameda suntuosas mansiones, Vivir allí era señal de distinción