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Location: Habana, Ciudad de La Habana, Cuba

Periodista Pagina WEB Tribuna de La Habana

Wednesday, March 30, 2011

Mi sueño se cumplió, me hice maestra

Texto y foto: Beatriz Menció

Maita, la profe ya no está activa en la enseñánza ante un aula, pero su casa se encuentra abierta para los alumnos que de ella necesiten el repaso, la aclaración de dudas
oportuna. Ssiempre dispuesta. Ahí está. Hoy desempolvo esta entrevista porque, su ejemplo perdura.

Consagrada a la enseñanza primaria desde temprana edad a Antonia Román, cariñosamente Maita, la maestra de la calle Perdomo, le gustaba jugar a ser maestra.

Como cualquier niña, en sus sueños estaba el hacer realidad sus juegos y que sus muñecas de papel se convirtieran en niños y niñas a quienes pudiera enseñar, instruir, educar.

Desde muy pequeña estudia con devoción, se prepara no solo para aprender la lección del momento; participa en concursos y casi siempre obtenía los primeros lugares. Concluye los estudios primarios en el años 1945 en la Escuela Máximo Gómez del municipio capitalino de Regla, con notas sobresalientes y es precisamente en ese momento cuando sus deseos se ven truncados. Nos cuenta:

- Cuando termino mi estudios primarios, por las altas calificaciones, el director de la escuela le propone a mi papá que, con un maestro particular me prepararan para ingresar directamente en la Escuela normal para maestros. Pero esa ilusión quiebra por que la situación económica y política de aquellos años 1945 hacen imposible que mi padre me comprara los uniformes y materiales de estudio; por ello me dice: “Ni lo sueñes, tú eres hija de un ferroviario, un obrero, tengo que mantener a cinco hijos y no puedo pagar los estudios…”
No obstante, a los 16 años formé una escuelita particular en mi casa para dar clases a aquellos que tenían bajos ingresos y en vacaciones ayudar a los alumnos con dificultades. Cobraba 20 centavos semanales para pagarme mi estudios de mecanografía y prepararme como profesora de inglés.

Con el triunfo de la Revolución y los nuevos programas que se proponía nuestro líder, hoy Comandante en Jefe Fidel Castro, fue que pude hacer realidad mis fantasías de niña, cambié alumnas de papel por niños y niñas verdaderos. Comprendí que mi participación como activista en la clandestinidad no había sido en vano.

Esta mujer de 74 años de edad comenta que a principio de la Revolución fue maestra voluntaria, después maestra popular, alfabetizó a una vecina de la cuadra por no poder incorporarse a las Brigadas de alfabetizadores tenía ya dos niños pequeños.
Y continúa explicando con cara de alegría como si esos momentos los viviera nuevamente:

-A partir de entonces fue que tuve la posibilidad de estudiar porque ahora las aulas sí habían llegado a todos los rincones y para todos. Hice un curso intensivo en la Escuela Formadora de maestros Primarios Salvador Allende. Continué preparándome para alcanzar la licenciatura; todo ello fue incorporada a la escuela primaria Antonio Maceo de Regla.

He trabajado todos los niveles de la primaria, mi pequeña nieta Gaby, cuando empezó la escuela, me dijo: “Abuela, tú no me puedes repasar las cosas de preescolar porque nunca has sido maestra de preescolar .” Durante todos los años que trabajé mantuve círculos de interés pedagógicos con mis alumnos. Soy muy martiana; formé la cátedra, no solo para que los estudiantes conocieran más a nuestro Héroe Nacional, sino para que aprendieran a amarlo, admirarlo. Incentivé a los muchachos en el estudio, la investigación y para que enseñaran a sus compañeritos de grados inferiores la vida y obra del Maestro. El trabajo desarrollado en este sentido llegó a ser reconocido a nivel nacional.

Cuando Maita rememora, lo hace con un brillo muy especial en sus ojos, como si estuviera viviendo nuevamente esos momentos y le vienen muchas anécdotas y recuerdos a la mente que quiere decir a la vez. En ese enredo de recuerdos, nostalgias, alegrías y satisfacciones, le asaltan tres que le dejaron bien marcada.

Dice sentirse muy orgullosa cada vez que ve a alguno de aquellos niños que fueron sus alumnos, hoy convertidos en hombres y mujeres de bien, como lo es su médico de familia Joel González Coto-Bravo. Con orgullo cuenta que uno de los ginecobstetras que estuvo en el nacimiento de su nieta pequeña fue discipulo suyo, Jordy Brito y este es hijo de un simple obrero de comunales.

Comenta cómo un día sentada frente al televisor ante la primera graduación de maestros emergentes, para ella fue muy emocionante que precisamente el primer expediente de esa graduación fuera una de sus alumnas, Nayelis Martínez Hernández y agrega:
”Con gran satisfacción hablo de Nayelis porque es fruto de esta Revolución, porque formé a una futura maestra y en ella me veo reflejada, porque si yo hubiera tenido su edad, tampoco habría vacilado en dar el paso al frente ante el llamado de la Patria y el Comandante en esta nueva batalla que afrontamos. En mi tiempo de joven, vendí proclamas y ayudé a la clandestinidad. Hoy, las tareas son otras; los tiempos cambian”.

-Apesar de sus años esta maestra consagrada, amante de la naturaleza, militante del Partido Comunista de Cuba, desde hace 30 años, se mantiene activa porque para ella pese a estar jubilada por enfermedad, no hay domingos ni día entre semana en que alumnos de hoy o de ayer vayan a su casa a una consulta de cualquier materia, como dice: “… constantemente ayudo a la nueva generación…” después trabaje dos cursos más y todavía me siento útil.

Con amor guarda gallardetes, medallas, condecoraciones, porque fue Vanguardia Nacional por cuatro años consecutivos, y también de la provincia, luego la declararon Hija Ilustre de Regla.

Cerrando esta conversión le pregunto si le quedaba algo por decir y con la rapidez de un relámpago y sin vacilación alguna agrega:

“Amo a la naturaleza, las obras justas, la Revolución; me siento orgullosa de haber tenido la vida que tuve respecto a mi profesión y ese era mi delirio ser maestra; y haber logrado mis sueños de enseñar, educar.

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