Un reencuentro con Novás

Carlos Manuel Pérez
Lino Novás Calvo (1903-1983) es un autor no estudiado en Cuba con la intensidad que amerita. Las publicaciones periódicas de mayor despliegue en la primera mitad de esa centuria contienen profusas muestras de su maestría narrativa. Lo que más llama la atención del gallego radicado en La Habana desde los nueve años, es su formación autodidacta. Salido de los bajos fondos sociales capitalinos, se forjó una senda propia y auténtica en el mundo intelectual. Y aunque hoy día no resulta muy conocido en ese sentido, fue precisamente el periodismo el que le abrió las puertas.
“Alguien lo ha descrito machacando en su máquina de escribir, casi infelizmente, los textos periodísticos que debía entregar para una revista. La escena (...) sugiere de inmediato la clásica visión del escritor de primera línea maltratado por la voracidad del periodismo. Se trata, sin embargo, de una de las relaciones más provechosas, más prolongadas y menos ingratas asumidas por Lino Novás Calvo desde que en 1928 abandonara su taxi y escogiera el camino de las letras como medio de salvación (...)”.
Así comienza Norge Céspedes Díaz (Manzanillo, 1975) el ensayo que sirve de prólogo al volumen Lino Novás Calvo, periodista encontrado, publicado por Ediciones Aldabón, de la AHS en Matanzas, y que contiene una selección de reportajes del español cubanizado.
Oportuna entrega del novel reportero del semanario Girón, de la provincia yumurina, que ha rescatado páginas memorables para el periodismo cubano. Su currículum nos lleva por los diarios y revistas más connotados de las décadas del 30 al 60 en Cuba y España. Con Bohemia, fundamentalmente, sostuvo buenas y duraderas relaciones, al extremo de asumir la jefatura de información luego de varios años de actividad reporteril. Su estilo iba desde el más genuino costumbrismo cubano hasta el llamado Nuevo Periodismo, puesto en la palestra internacional por escritores-periodistas norteamericanos como Tom Wolfe.
Es curioso que él, sin perder sus raíces peninsulares, absorbiera hasta la médula la tradición popular cubana. Quizá haya sido por esa suerte de habitar entre las clases más bajas de la sociedad de la época. La pobreza y las necesidades crean los más variopintos tipos de personas que se interrelacionan en la lucha por la subsistencia. Este autor supo de todo ello, y también poseyó el don de traducirlo al periodismo y a la literatura.
Sus reportajes ¡Arrea, mula! Confesiones de un arriero y Quemando gasolina. Confesiones de un botero, elaborados en 1931 para la revista Orbe, e incluidos en Lino Novás Calvo, periodista encontrado, parten de su experiencia personal en el pescante de un carro tirado por mulas, primeramente; y luego, detrás del timón de un taxi. Humor, sarcasmo, dichos populacheros... retratos de las calles de La Habana, con sus personajes típicos: sabichosos, alegres, tristes, jaraneros... vivos, en fin.
Jamás había leído una crónica tan desgarradora del funeral del Héroe de Majadahonda como El entierro de Pablo de la Torriente Brau, trabajo publicado en Mediodía, el 25 de febrero de 1937, y también escogido por Céspedes. Se trata de una exquisita selección que nos devuelve uno de los momentos más dolorosos para las Brigadas Internacionales que participaron en la Guerra Civil Española. “...hubiera querido morir por él...”, escribió Novás Calvo. Baste esa frase para resumir el doloroso sentimiento con que expresa la despedida: “¡Nunca ya, nunca más, se apartará de mí ese recuerdo!”.
Lino Novás Calvo, periodista encontrado cierra con el amplio reportaje Guerra de nervios en Santa Lucía, publicado originalmente en dos partes en Bohemia, en agosto de 1948. Norge Céspedes se atreve a compararlo con el archiconocido Realengo 18, de Brau, por su tratamiento de la lucha de los campesinos contra las transnacionales que se tragaban sus tierras. Nuevamente el lujoso detalle nos sitúa en la vecindad de Nuevitas, donde el líder Sabino Pupo, junto a sus coterráneos, protagonizaba la resistencia ante la Manatí Sugar Company.
El periodismo de Novás Calvo debe mucho a su literatura, y viceversa. Dicen los especialistas que muchos de sus cuentos policiacos fueron escritos a partir de casos que siguió como reportero de esa sección en los periódicos donde trabajó. Su pluma, certera en ambas vertientes de las letras, nos legó una obra magnífica y perdurable. ¿Quién se atreverá a decir que sus reportajes han perdido vigencia? Usted podrá encontrar unos pocos ejemplos en esta edición matancera.
Tomado de Juventud Rebelde